Jorge Muñoz y Fernando Pérez muestran el lado "más divertido y humano" de Policía Local en el libro 'Poli de patrulla'
SEVILLA, 6 (EUROPA PRESS)
Los periodistas sevillanos Jorge Muñoz y Fernando Pérez Ávila muestran el lado "más divertido y humano" de la Policía Local de España en el libro 'Poli de patrulla. Las locas anécdotas de la Policía Local', editado por Almuzara.
Con tal objetivo, los autores recogen en este libro un rosario de anécdotas extraídas de los propios policías, en la mayoría de los casos, y de los foros de Internet donde los agentes comparten sus vivencias, que muestran, según indicaron a Europa Press, que "más allá de la imagen tópica del policía como una especie de Sheriff que los Ayuntamientos han habilitado con la única finalidad de poner multas a los sufridos ciudadanos, estos profesionales son empleados públicos con una gran afán de servicio al ciudadano".
En este sentido, los periodistas afirmaron que esta imagen "distorsionada" de los policías locales cambia desde el mismo momento en que han tenido un contacto directo con los agentes con motivo de alguna urgencia o auxilio. "Además --cuestionaron--, ¿a quién no le han perdonado en alguna ocasión una multa de tráfico por una infracción aparentemente clara?".
Por ello, opinaron que en España se precisa una "dignificación de las fuerzas policiales", sobre todo en el "respeto que merecen los agentes". "Muchas personas olvidan que cuando un policía local se dirige a ellos lo hace como funcionario de la autoridad, y, lo mismo que una persona guarda compostura ante un juez, debe guardarlo ante los agentes", apuntaron.
"Lamentablemente, creemos que esa falta de respeto a los agentes es la misma que se está produciendo en otros ámbitos, por ejemplo, en la actitud del alumnado frente al profesor o de los pacientes ante el sanitario, porque lo que ocurre es que se están perdiendo en nuestros días determinados valores socioeducativos muy valiosos", manifestaron.
Las anécdotas que aparecen en 'Poli de patrulla' son de lo más variadas y van desde novatadas en las que jóvenes agentes acaban realizando servicios de recogida de basura a situaciones insólitas en las cuales una pareja de policías dan el alto a un conductor ebrio que pretende ir a una localidad vecina en una máquina excavadora, pasando por enfrentamientos entre fuerzas del orden y entrenadores o futbolistas muy populares.
De todas ellas, los autores se quedan con un episodio en el que unos agentes sorprendieron a un hombre con un canario enjaulado por la calle a las tres de la mañana e idearon una estrategia para que éste confesara que lo había robado. Así, uno de los policías comenzó a transmitir por la emisora lo siguiente: "A todas las unidades, nos informan de que han robado un canario que es campeón de España de canto y está valorado en más de 6.000 euros, detengan a los sospechosos". Al oír el mensaje, el ladrón confesó a los agentes sin parar de repetir que "no sabía que era campeón y que se lo dijeran al juez".
Durante la noche, muy especialmente, ocurren cosas "tremendas", indicaron, por lo que le han dedicado un capítulo en el libro titulado 'El pelotón de los zombis'. En éste, recuerdan un caso de un policía que fue confundido con un 'boy' en una despedida de solteras o la llamada de alerta sobre unos extraños gritos que procedían de una vivienda y que resultaron provenir de un home cinema recién estrenado.
LA MUJER EN EL CUERPO.
Pero al margen de las hostilidades que puedan surgir entre las fuerzas del orden y los ciudadanos, se dan momentos de colaboración, como el que recoge una anécdota que cuenta como una señora pidió ayuda a la Policía Local porque su gato, llamado Pinki, se había vuelto loco y no podía controlarlo. "Hicieron falta siete u ocho personas, entre bomberos y policías, para reducir al gatito", comentaron.
También dedican los autores un capítulo a las mujeres policías, respecto a las cuales destacan que, afortunadamente, "hoy lo tienen más fácil que hace unos años", cuando no podían llevar pistola ni elementos de defensa, les estaba prohibido casarse o tenían que ir acompañadas de su padre a los juicios en el caso de que tuvieran menos de 21 años.
Salvando todos los sinsabores que pueda tener esta profesión, Pérez Ávila y Muñoz aseguran que, en general, los policías locales se sienten "satisfechos con su trabajo" y que "la mayor recompensa que pueden tener es cuando observa la cara de agradecimiento de un ciudadano".
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viernes, 6 de junio de 2008
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